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Estuardo Gómez Morán*

La representación política, cada vez más cuestionada


De acuerdo con el calendario electoral aprobado por el Consejo General del Instituto Nacional Electoral (INE) el registro de las candidaturas para los cargos de elección popular se realizará entre 11 y 18 de marzo de 2018. Para dicho proceso de registro los partidos políticos deberán integrar las listas plurinominales que habrán de postular para los cargos legislativos federales, es decir de diputados y senadores. Y ofrece un buen contexto para reflexionar sobre la pertinencia del modelo de representación política que prevale en el sistema político mexicano.

La representación política es el acto paradigmático de las democracias modernas, por medio del cual un grupo pequeño de representantes toman una parte activa en la toma de decisiones legislativas y por ello en las decisiones de política pública. Representar, de la forma más sencilla quiere “hacer presente lo que de hecho no está presente”.

La representación política significó el camino para que los Estados-nación adoptaran una forma democrática, es decir una forma mediante la que los ciudadanos participaran de forma indirecta en las decisiones. La elección de representantes era necesaria, sobre todo ante la imposibilidad práctica de que todas las voces ciudadanas fueran escuchadas, y al mismo tiempo ante la necesidad de canalizar esas voces por medio de ciudadanos que gozaran del respaldo popular mayoritario.

Sin embargo, la representación política está siendo cada vez más cuestionada y acotada, sobre todo gracias a dos tipos de factores: por un lado, el creciente reclamo por mayores espacios de democracia directa (es decir, no representativa); y en segundo, ante posibilidad práctica que ofrecen ahora las tecnologías de información para la comunicación.

En otras palabras, la tecnología permite que cada vez más voces sean escuchadas, y esto se combina con el agotamiento de figuras representativas, precisamente como las de las cargos legislativos de representación proporcional.

Si bien, para el caso mexicano y en un principio la representación proporcional permitió la sobrevivencia de partidos de oposición, en el contexto actual este modelo ha dejado de responder a esa función de apertura, para convertirse en la vía por la que muchos políticos impresentables se mantienen en alguna función de elección popular.

Naturalmente, antes de condenar de una vez y para siempre a la figura de la representación proporcional, habríamos de preguntarnos cómo hacer para modernizar esta figura, y encausarla nuevamente hacia una función política que permita a los ciudadanos valerse de ella para acotar el ejercicio del poder político, y con ello lograr una mayor apertura democrática.

En ese sentido, existen múltiples alternativas, desde las que implican un voto adicional por listas plurinominales, las listas abiertas, o incluso el sorteo. Sin embargo, resulta claro que muchas de estas iniciativas no provendrán de los partidos políticos, por lo que deberán ser los candidatos independientes que logren acceder a una representación quienes lo promuevan.

¿Estarán estos políticos independientes dispuestos a plantearlo?

Colaboración del LID para CUARTA

*Estuardo Gómez Morán es co-coordinador de investigación del LID y profesor de la maestría en Políticas Públicas de la Universidad de Guadalajara

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