“La mejor manera en que podemos ayudar a evitar la guerra no consiste en repetir sus palabras y en seguir sus métodos, sino en hallar nuevas palabras y crear nuevos métodos”: Virginia Wolf.
La crisis de seguridad en Jalisco sigue escalando, lo cual se advierte en las cifras sobre seguridad reportadas por la Envipe (INEGI) 2017 en la que seis de cada diez personas afirman que vivir en el Área Metropolitana de Guadalajara es algo muy inseguro.
Es momento de que las cosas cambien; que la autoridad comience a actuar en función a estrategias diferentes e incluyentes y no en función de discursos políticos y tácticas mediáticas. Hay un dato que, desde el Laboratorio de Innovación Democrática (LID), nos extraña. Es el hecho que la mayoría de los tomadores de decisiones sobre la seguridad en el Estado y en nuestra ciudad, casi en su mayoría, son hombres. Dedico las siguientes líneas a esta reflexión.
Carmen Magullón es una catedrática española especializada en la Historia de las Mujeres en la Ciencia, el análisis epistemológico del quehacer científico, las relaciones entre género, ciencia y cultura de paz. Desde el año 2011, es Presidenta de WILPF España (Liga Internacional de Mujeres por la Paz y la Libertad). Carmen asegura que cuando se buscan transformaciones sociales profundas, como dejar atrás la violencia, hay que mirar con otros ojos para poder reinventar y empujar a favor de otros paradigmas menos presentes y generalmente situados en la exclusión: “Es la hora de que otros grupos humanos, los grupos relegados por el poder, sean escuchados, ocupen un espacio social y lideren el cambio”.
Dentro de los grupos excluidos, las mujeres son mayoría. Ello por la doble razón de haber sido exceptuadas del ámbito público en el pasado y, en Jalisco, en el presente. El hacer de muchos grupos organizados de mujeres, así como el pensamiento de líderes destacadas y la práctica cotidiana de tantas mujeres anónimas, son una referencia histórica a la cual debemos recurrir como modelo social. Escuchar a las mujeres, aprender su historia y universalizar sus legados, es una tarea pendiente que es urgente.
Diversos grupos de mujeres organizadas del mundo que han apostado por la paz. Acercar a grupos enfrentados; saltar por encima de las barreras materiales y psicológicas para dialogar con las otras; persistir en la defensa de la vida de los seres humanos frente a otros bienes, que ellas nunca asumieron que fueran moneda de cambio; proponer salidas creativas a conflictos enquistados. En las últimas décadas hubo mujeres que se organizaron para oponerse a la guerra o las políticas militaristas y de agresión que llevan a cabo sus gobiernos o sus grupos de pertenencia (Red de Mujeres de Negro: en Palestina). Para acercar, a través de la relación y la búsqueda de puntos comunes, a personas de grupos enfrentados de los que ellas forman parte, superar las barreras entre bandos que pelean, y acercar comunidades divididas (diversos grupos en Palestina/Israel; turcochipriotas y grecochipriotas; católicas y protestantes en Irlanda del Norte).
La WILPF nació en 1915, y desde los años cuarenta ha tenido estatus consultivo en la ONU. Las Naciones Unidas recogieron el espíritu y la filosofía de fondo que la WILPF había decidido en su histórico congreso. Uno de los rasgos característicos de esta tradición, que podemos llamar de feminismo internacionalista pacifista, es que desde el primer momento trató de contar en el ámbito internacional a través de las alianzas y la interpelación al poder.
Interpelar es distinto a reclamar, distinto a pedir algo que el otro tiene y tú no. Es apelar a lo mejor del ser del otro desde un plano de igualdad y de diferencia, para establecer un diálogo en el que haya un reconocimiento mutuo. Interpelar es sacudir metafóricamente al otro para lograr que abra su mente a nuevas visiones. Es arrastrar al otro a una gestión conjunta y diferente del mundo.
Recuperar el pensamiento y las prácticas de tantas mujeres que han tratado de construir la paz, y escuchar las voces de las mujeres del mundo, puede ayudar a romper con la dinámica deshumanizadora y letal a la que nos aboca este sistema. Necesitamos universalizar la lógica del hacer y pensar que valora el cuidado y el sostenimiento de la vida, universalizar la racionalidad civilizatoria, no dejándola perder, extendiéndola a los hombres.
“Igualdad y diferencia no se contraponen. Lo opuesto a la igualdad no es la diferencia sino la desigualdad. Necesitamos una igualdad construida con los ladrillos de lo mejor de la experiencia histórica de hombres y mujeres. Hombres y mujeres habríamos de dedicar tiempo a sostener la vida porque quienes están menos implicados en su cuidado, encuentran más dificultades en hacerse cargo del valor que posee. Mujeres y hombres hemos de mirarnos, admirarnos y querernos; aprender unas de otros y otras de unos, interpelarnos, y disfrutar, responsabilizarnos juntos de la crianza y educación de hijos e hijas, cuidarnos mutuamente y envejecer juntos. Ya sea en organizaciones mixtas o en organizaciones separadas, será la confluencia y la suma de esfuerzos, la que ayudará a que crezca esa cultura de paz que perseguimos.” (Carmen, Managua, Nicaragua, 26 de Septiembre de 2013).
Colaboración de LID para Cuarta
*Luis Sánchez Pérez es investigador de medios de información y mecanismos de participación ciudadana en LID