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Evelyn Macdonel*

Entrevista con un corrupto, o cómo hacer carrera política en México


Doce horas son las que una persona tiene que pasar en un avión para llegar desde Madrid hasta la Ciudad de México. El aeropuerto está tranquilo y la aerolínea recibe amablemente a los pasajeros en el área del check in. Puedo ver a varios mexicanos formados ansiosos por regresar a nuestro País, se comienza a sentir el humor del mexicano cuando los pasajeros inician a platicar entre ellos. Yo también estoy muy contenta de regresar a mi País, llena de sueños y expectativas, he estado fuera durante mucho tiempo, casi tres años.

Al entrar al avión la azafata me pide mi boleto:

—Su asiento es al fondo por el segundo pasillo—, me dice amablemente.

Continúo mi camino y encuentro mi lugar. El avión de esta aerolínea es muy grande, son tres líneas de asientos de tres asientos cada uno, es nuevo y las sobrecargos son muy cordiales. Me toca sentarme en el área de asientos en medio del avión, yo estoy sobre el pasillo. Un muchacho de edad media se sienta al otro extremo, muy amablemente saluda, se nota un poco nervioso. Inicia una conversación conmigo antes de despegar y durante una hora y media se convierte en una plática muy “reveladora”:

—Esperemos que no llegue nadie más, así solo estaremos tu y yo en esta fila, dos en lugar de tres—.

—Sí, sería lo ideal—.

—¿De dónde vienes?—.

—De Italia ¿y tú?—.

—De Noruega, bueno, vine desde México a hacer un viaje por varios países de Europa y ahora voy de regreso, tengo 15 días fuera del País—.

—¿Qué bien. Y con quién viajas?—.

—Viajé solo, fue un recorrido muy bonito, pero muy pesado. Dormí varias veces en estaciones de trenes—.

—¡Wow! ¡Qué valiente!—.

Sí valió la pena, conocí muchos lugares. Lo bueno es que ahora ya regreso a México—.

—¿Y a qué te dedicas?—.

—Mmmm bueno, soy político—.

—¿En serio? Jajajajaja—.

—¿Porque te ríes?—.

—Disculpa, es que ya ves cómo está la situación en el país, creo que es gracioso toparme en mi regreso a México contigo—.

—Sí, lo sé. Las cosas están más complicadas cada día pero a eso me dedico y no me da pena decirlo—.

—Claro. ¿Y has tenido algún cargo importante en tu carrera?—.

—Bueno, fui diputado local. Y ahora estoy buscando otro puesto de elección popular—.

—Qué bien, y me imagino que ahora estas trabajando mucho para ser un precandidato—.

—Exactamente, es por eso que me urge regresar a México. Necesito organizar a mi gente para obtener esa precandidatura—.

—¿Y cómo funciona? ¿Puedes explicarme?—.

—Sí, yo soy honesto y te voy a decir cómo sucede. Mi partido está dividido en tres grupos, yo estoy en uno de los grupos y ellos me van a apoyar, sin embargo, el partido tiene 120 consejeros y para ser precandidato tengo que tener la mitad de los votos de ellos—.

—¿Y como te evalúan? ¿Ven tu Currículum? ¿Te hacen un examen? ¿Una entrevista? ¿Conocen tu perfil? ¿Tienes que presentar propuestas de mejora del Estado? ¿Revisan tus logros?—.

—Jajajajaja, ¡Nooo! ¿Cómo crees? La política no funciona así. Tengo que comprar sus votos, tengo que buscar quienes van a ser mis aliados dentro del partido, tengo que cobrar favores que ya he hecho. Estoy haciendo cuentas y según mis cálculos sí puedo obtener más de la mitad de los votos de los consejeros para mi precandidatura—.

—Pero eso no te asegura que puedas llegar a ser candidato oficial—.

—Así es. Una vez seleccionado como precandidato, se organizan las elecciones para tener el candidato final. Ahí es donde comienza el gran juego—.

—¿Las elecciones son internas?—.

—No, las elecciones son abiertas al público en general, entonces ahí es donde tengo que organizar a mis 40 coordinadores de zona para que me ayuden a jalar a la gente—.

—¿Tus coordinadores te ayudan a convencer a las personas de que tú eres el candidato ideal y que vayan a las urnas a votar por ti?—.

—Jajajaja, eso es en el mejor de los casos. Pero a la gente no le importa, no conoce a sus precandidatos ni a sus candidatos, no les interesa. Aquí de nuevo se compran los votos—.

—¿Cómo?—.

—Sí, por ejemplo, un coordinador y su grupo ven a una señora en el mercado y le dicen que vaya a votar por mí, que si vota se gana 50 pesitos. Y la gente lo hace, le interesa ganar los 50 pesos de ese día, no les interesa quién soy yo o cuál es mi propuesta—.

—¿Y las elecciones locales, cuando ya eres candidato? ¿Cómo son?—.

—Exactamente igual, hay que jalar a la gente y comprar votos. Obvio ya hay un voto duro del partido político pero nunca hay que confiarse—.

—Pero no entiendo. Cómo es que te siguen esos 40 coordinadores y sus grupos. ¿Esas personas son voluntarias del partido? ¿Son empleados del partido?—.

—Algunos son miembros del partido, otros no. Mira, aquí las personas se mueven por un beneficio. Yo tengo en mi nómina a 140 personas, les pago quincenalmente un sueldo. Algunos ganan 500 pesos quincenales, otros 5 mil pesos quincenales—.

—¿Y de dónde sale ese dinero, para pagar esos sueldos?—.

—Pues de mi bolsillo. Soy yo quien les paga a todas esas personas—.

—¿Pero de dónde? ¿Eres rico?—.

—Jajajajaja no para nada, soy una persona sencilla que viene desde abajo. Pero de hecho esa es otra forma de hacer política, siendo una persona rica, dueña de empresas y militando en el partido, es más fácil cuando se tiene dinero—.

—¿Entonces como le haces tú?—.

—Bueno, como te dije fui diputado, ganaba 120 mil pesos mensuales, más un bono de 250 mil pesos cada tres meses. Libres de impuestos, claro. Ese dinero no me lo quedo para mí completamente. Yo reparto ese dinero entre los 140 que tengo en mi nómina. Además, el gobierno da apoyos a los diputados, por ejemplo: día de las madres, te dan 80 mil pesos para organizar algún evento. Como el dinero que te da el gobierno no es necesariamente comprobable yo no hago eventos pero lo reparto entre mis allegados. También cuando eres diputado tienes derecho a contratar siete personas para que te apoyen, yo solo contraté a uno, el resto eran prestanombres y me quedé con el sueldo de esas personas para repartir. Y así vas viendo cómo obtener recursos. Un día, me dieron dos millones de pesos para invertirlos en un municipio del Estado, yo decidía a qué presidente municipal dárselo. Tú pensarás que uno se lo tiene que dar al municipio más pobre ¿no? Pues no, uno se lo da al presidente municipal que lo va a apoyar a uno en su siguiente puesto político. Así funciona esto—.

—Estoy muy sorprendida con todo lo que me has dicho. ¿Y dónde queda todo el espíritu que significa ser un diputado? En teoría estarías ahí para representar al pueblo, para velar por sus intereses y no por el tuyo solamente—.

—La obligación de un diputado es legislar. Yo sí trabajé en la aprobación de varias iniciativas pero los partidos políticos opositores te bloquean, porque no les conviene que la oposición gané popularidad. Solo me aceptaron una iniciativa de cuatro que propuse. Hay diputados que ni una iniciativa de ley presenta durante la Legislatura. Al menos yo lancé cuatro—.

—Si estuviera hablando con un político de la derecha te creería todo lo que me dices, pero perteneces a la izquierda de este País. ¿Dónde queda esa filosofía de la izquierda? En teoría ustedes deben de ser diferentes—.

—Sí, es verdad. En teoría. Pero la realidad es que no es así. (Se queda un poco pensativo)—.

—¿Dónde queda el objetivo de ser diputado o político para ayudar a México a ser un mejor país, a salir adelante?—.

—Cuando estás en esta carrera se trabaja para hacer una carrera política a toda costa. No se trabaja para México. “Esto es lo que es”. ¿Y tú a que te dedicas?—.

*Evelyn Villanueva Macdonel. Estudió Negocios Internacionales en Guadalajara, actualmente termina una maestría en Economía en Italia. Apasionada por México, sus tradiciones y cultura. Emprendedora, empresaria y desarrolladora de nuevos proyectos. Completamente a favor de romper esquemas, innovar y transformar. En la actualidad se desempeña en el LID como Investigadora en temas de desigualdad socioeconómica.

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