En esta ocasión quiero plantearles una perspectiva de la forma más sencilla posible. Para ello, cabe pensar una situación donde existe una exigencia o necesidad de un conjunto de ciudadanos de carácter público, es decir, que afecta a todos y se relaciona con decisiones de gobierno. Tanto la situación como la exigencia puntual (en temas difíciles como asaltos, extorsiones o bien, en otros vinculados con el futuro del planeta, tala o extinción de especies animales, por ejemplo) existe un contexto donde se puede detonar el empoderamiento ciudadano en redes sociales.
Dentro de ese contexto es relevante identificar algunos elementos clave, a partir de los cuales la ciudadanía puede aprovechar el uso de la imagen pública para impulsar la causa que le preocupa. Si bien se escucha un poco sofisticado el asunto, créanme, no lo es. Simplemente hay que dedicar un poco de tiempo, tener un objetivo claro y una expectativa sobre lo que se espera detonar.
Muchos usuarios en redes sociales usan esta estrategia en distintas escalas, también para resolver asuntos privados en el espacio público ….. ¿ustedes han twitteado a alguna tienda, proveedor o funcionario público mencionando junto con la exigencia algo como @Profeco @Reforma @ElSabuesoAP? ¿qué efecto tiene si no ponemos a un tercero en dicha exigencia? o mejor aún ¿qué tipo de tercero cabe considerar para que la exigencia tenga una mejor respuesta?
A esto me refiero con dedicar un poco de tiempo para lograr el mejor resultado. Para cada causa o exigencia existe un conjunto de actores, asuntos e intereses desde distintas trincheras. Si es algo relacionado con un bien público, por ejemplo, alumbrado afuera de las escuelas, tenemos tanto al proveedor como al representante popular y al funcionario público, incluso, un conjunto de activistas u organizaciones de la sociedad civil que podrían sumarse a la causa, dependiendo de la gravedad del tema. El procedimiento en general es el mismo, preparamos el mensaje, ubicamos a los actores que queremos involucrar y detonamos la exigencia. También, si pasa un tiempo y no hay alguna respuesta, retomamos la exigencia o desertamos paulatinamente dependiendo de los intentos.
¿Qué salió mal? ¿Por qué mi delegado ni me contestó, o incluso me dio el avión? Aquí es donde el tema de la imagen pública cobra relevancia.
Un ejemplo claro: Hollywood, 220 mil “me gusta”, Leonardo Di Caprio, Instagram, Peña Nieto y “Vaquita Marina”. En este ejemplo, el más reciente sobre la forma en que reaccionó el Presidente de México a una alusión personal, tiene entre sus ingredientes los siguientes: una fundación internacional sobre la conservación del medio ambiente y la vida salvaje, @World_Wildlife; un activista con millones de seguidores en el mundo (en México, éstos representarían el 7% de su población), una contraparte corresponsable de la situación, así como evidencia y lo más significativo, un “llamado a la acción”.
El desenlace lo conocemos la mayoría de los que consumimos noticias diarias en Internet. La respuesta del Presidente de México, Enrique Peña Nieto, de forma casi inmediata vía twitter. Al ver el contexto me impresionó que desde la Presidencia se tomaran el tema a este nivel, no por demeritar la causa, sino por la forma en la que, en otras ocasiones, no se han pronunciado con las mismas características. Evidentemente, el impacto en la imagen pública del Presidente de México, frente a una audiencia de millones de personas en redes sociales sobre este tema, requirió un cálculo de esta naturaleza.
Dejemos el ejemplo hasta aquí y volvamos a nuestro día a día. Ante una exigencia ciudadana ¿será igual de relevante incluir a un funcionario público, a un periodista local o a un activista que sea deportista, actor o filántropo? ¿Cómo nos acercamos a estos perfiles desde redes sociales y qué esperamos de nuestra exigencia?
Sin duda, el reto en el uso de la imagen pública para detonar una demanda ciudadana vía redes sociales requiere estrategia. La identificación y colaboración del activista o vocero es indispensable, no obstante, en este proceso también se debe calibrar el impacto que tendrá en la imagen pública del representante o receptor del mensaje. Por otra parte, se requiere un llamado a la acción claro, que permita involucrar a más interesados y se le pueda dar seguimiento.
Actualmente ya tenemos herramientas en la red que permiten vincular distintas causas, ya sean ambientales o sociales, con donadores y voluntarios (aquí una https://goo.gl/EZbDCy). Aún desconozco si ya hay otras que puedan vincular a personajes públicos, en su perfil de activistas, con sus correspondientes temas de interés.
Créanme, si alguien pudiera consolidar este mercado de voceros en redes sociales y lo hiciera accesible a la ciudadanía, nuestros representantes públicos estarían en aprietos por el impacto de las demandas ciudadanas en demérito de su imagen pública.
Si alguien está escuchando allá afuera ¿qué opinan? Al ritmo de la tecnología actual, son nuevos gestores sociales en la relación Estado-sociedad.
*Mauricio Hernández estudió políticas públicas, ha trabajado en temas de rendición de cuentas, educación y democracia desde el gobierno. Actualmente está vinculado en proyectos del Laboratorio de Innovación y Democracia, relacionados con participación ciudadana y transparencia.