Colaboración de LID para Cuarta
Claudia, una mujer independiente de 30 años, morena, delgada, de facciones finas, siempre con una sonrisa para los demás, se dedicaba a la venta de ropa importada en la Ciudad de México. Un día, a solicitud de una amiga recibió en su casa a Marco, un italiano, de estatura media, no muy atractivo. El click no fue de inmediato, pero Marco usando sus habilidades de seducción, la enamoró.
—Él me fue enamorando con sus destalles—, cuenta Claudia. —Una vez fuimos a Tasco y había un collar de plata que me encantó. Nos fuimos al hotel y Marco me dijo: —ahorita vengo voy por unos cerillos—; y cuando regresó, regresó con el collar y con unas flores. Tenía unos detalles hermosos—.
Claudia y Marco decidieron mantener una relación a distancia durante año y medio. En este tiempo, ella observó que en algunas ocasiones Marco era grosero en su forma de hablar, sin embargo, ella asumió que era parte de su cultura, lo justificaba. También comienzó a notar que su novio daba señales de ser una persona celosa. En una de las ocasiones en que Marco visitó a Claudia en México le hizo una escena de celos y le tiró un golpe en la boca, sacándole sangre. Ella de inmediato le pidió que saliera de su casa y terminó la relación.
—Es como un patrón, al día siguiente Marco llegó arrepentido, llorándome, se hincaba, me decía que no lo volvería a hacer, que por favor lo perdonara, que me quería—. Claudia comenta —yo no lo perdoné, él no sabía que más que hacer para que lo perdonara. Al día siguiente llegó con flores y con dos boletos de avión para ir a Chiapas, él sabía que desde hacía tiempo yo quería ir—.
Claudia lo perdonó. Sin embargo, los celos continuaron con más intensidad. Luego el lugar fue Italia. Marco no soportaba ver a Claudia platicando con uno de sus amigos y, de nuevo, una escena pública de celos. Ella decidió regresar a México inmediatamente. Pero en esa ocasión ella fue quien decidió hablar con Marco, regresar a Italia y retomar la relación; estaba embarazada. Claudia mantienía la esperanza de que el padre de su hija cambiara. Le pidío ir a algún centro de ayuda psicológica para controlar sus celos, ira y agresiones verbales, que para ese entonces ya eran continuas. Marco nunca asistió a ningún centro de ayuda. Al siguiente año ella quedó embarazada de su segunda hija.
—Las cosas se me complicaron más para dejarlo—, dice Claudia. —Él siempre quería controlarme, en todo. Era extremadamente celoso. Me decía gorda y yo siempre he sido muy flaca, me decía que era vieja, una fracasada, me bajaba la autoestima siempre que podía. Teníamos muchos problemas porque yo no me dejaba controlar—.
La madre de Marco siempre lo apoyaba, todo lo que hacía él era correcto.
—Él me decía puta y su madre lo apoyaba—.
La madre de Marco pensaba que una mujer casada, fuera de su casa por la noche, merecía ser llamada de esa manera peyorativa. Un día llegó lo inevitable para Claudia, Marco la golpeó. De nuevo vinieron las disculpas y el perdón de Claudia. Ésta se convirtió en la forma de vida para ella. Pasaron 7 años, en los que Claudia, lejos de su familia, de sus amigos, bajo las leyes de otro país, con un idioma distinto, se permitió ser una mujer violentada. Sus hijas comenzaron a crecer, ya tenían 5 y 7 años. Las niñas ya comenzaban a darse cuenta de la situación en casa.
—Mis hijas sufrían y yo pensaba que si yo viví esto de chica con mis padres en casa, ellas no lo deberían de vivir, no era justo que ellas crecieran como crecí yo—.
Para ese entonces Claudia tenía un negocio de ropa que, muy a su pesar, Marco le había ayudado a poner. Un día Claudia se retrasó 30 minutos al regresar de su trabajo.
—Él siempre me tomaba el tiempo—.
Marco enfurecido por los celos arremetió contra Claudia y la golpeó sin piedad. Ese día marcaría el punto final de la relación. Ella salío de casa al hospital, al día siguiente levantó una denuncia ante las autoridades Italianas quienes la colocaron, con sus hijas, en un centro de mujeres violentadas.
—A veces no entiendo cómo soporté tanto. Yo tenía miedo de dejarlo en un país donde estaba sola, sin familia, sin un trabajo estable—.
Todos sabemos que la historia de Claudia no es la única historia similar en Italia, ni en México. Todos sabemos que hoy en día, en todo el mundo, las mujeres están sufriendo de una dolorosa represión. Todos sabemos los últimos sucesos acontecidos en México: el caso de Dafne, la muchacha que fue violada por 4 chicos y en el que un profesor de la UNAM desestimó el suceso, minimizando la palabras de Dafne sobre el caso en la radio. Todos sabemos de los feminicidios en el Estado de México, en Veracruz, en Ciudad Juárez.
Todos “sabemos” pero nadie “hace”. El caso de Claudia se repite una y otra vez. Esta semana, Rocío regresa a México, una chica de 25 años que emigró a Italia hace 6 meses con la ilusión de formar vida con su millonario novio italiano de 39 años, y que vivió la misma situación que Claudia, a excepción de los golpes. Un hombre violento no tiene edad ni status socioeconómico. La siguiente lista es una lista que Claudia me pidió compartir para que estemos más alerta sobre este tipo de casos.
Violentómetro del Instituto Politécnico Nacional. Las acciones han sido enumeradas de acuerdo al grado de importancia y violencia: [1]
Él es muy celoso.
Me hace sentir culpable de situaciones.
Me hace sentir menos.
Me humilla en público y frente a mis amigos.
Él es controlador y me prohíbe cosas.
Me ha pedido que cierre o cambie mis redes sociales.
Me ha hecho cambiar, mi forma de ser, de hablar y de vestir.
Tuvimos una pelea y me aventó al suelo.
Me golpeó.
Recordemos que en el caso de Claudia despúes de cada evento violento había una disculpa acompañada de un “no vuelve a pasar, te quiero”, más un regalo para ganar a la mujer. Ésto en el mejor de los casos; en el peor de los casos es un “te lo mereces por hacerme enojar, tú tienes la culpa”. Claudia también insiste en que los padres juegan un rol muy importante. Que desde la infancia deben educar a sus hijos (niños y niñas) para mantener un respeto ante los demás, pero sobre todo ante ellos mismos.
Hoy Claudia tiene 42 años, vive feliz en Italia, tiene novio y comenzó de nuevo. Con la ventaja de ser originario de aquel país, la custodia de sus hijas la tiene su expareja. A Marco aún se le hace difícil compartir lo único que tienen en común. Ella lo toma de forma positiva y sigue adelante, siempre luchando. Tiene un blog[2] donde ayuda a mujeres que actualmente pasan por la misma situación y las canaliza con las organizaciones adecuadas[3].
—Si puedo darles un consejo o la ayuda que yo nunca tuve, lo hago y siempre lo haré—, asegura.
Nota: Los nombres de las personas fueron sustituido por nombres ficticios.
[1] Listado de acuerdo al violentómetro del Instituto Politécnico Nacionalhttp://www.genero.ipn.mx/test/paginas/violent%C3%B3metro.aspx
[2]https://www.facebook.com/search/top/?q=soy%20capaz%20soy%20fuerte%20soy%20mujer
[3] Associazione Anacaona tiene un Proyecto vigente que ayuda a mujeres violentadas latinoamericanas en Italiahttps://www.facebook.com/pg/liberediviolenza/about/?ref=page_internal
*Evelyn Villanueva Macdonel estudió Negocios Internacionales en Guadalajara, actualmente termina una maestría en Economía en Italia. Apasionada por México, sus tradiciones y cultura. Emprendedora, empresaria y desarrolladora de nuevos proyectos. Completamente a favor de romper esquemas, innovar y transformar. En la actualidad se desempeña en el LID como Investigadora en temas de desigualdad socioeconómica.