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  • David López García*

¿Estamos combatiendo la corrupción con la estrategia correcta?


Esta colaboración para cuarta está motivada en las conversaciones que he tenido con mis alumnos del curso de diseño institucional del Sistema de rendición de cuentas en México de la Maestría en Transparencia y Protección de Datos Personales de la Universidad de Guadalajara. En el curso hemos estudiado los sistemas de rendición de cuentas que se han puesto en marcha en el país durante los últimos años, y hemos discutido si los nuevos sistemas podrán contribuir a reducir los niveles de corrupción en el país.

Los sistemas de rendición de cuentas que hemos estudiado son el Sistema Nacional de Transparencia (SNT), el Sistema Nacional Anticorrupción (SNA), el Sistema Nacional de Armonización Contable (SNAC) y el Sistema Nacional de Fiscalización (SNF). Estos sistemas han sido impulsados principalmente por una coalición de académicos, empresarios y organizaciones de la sociedad civil, de nombre Red por la Rendición de Cuentas (RRC). Con epicentro en el Centro de Investigación y Docencia Económica (CIDE) en la Ciudad del México, la RRC se ha posicionado como el actor de la sociedad civil más influyente en la discusión pública sobre el combate a la corrupción, y han logrado que sus propuestas accedan a la agenda legislativa para convertirse en Ley. A pesar de los retrasos en su implementación, la puesta en marcha de los sistemas arriba mencionados ha sido motivo de júbilo en el país, un triunfo de la RRC y de la sociedad civil organizada.

Sin embargo, luego de darle muchas vueltas en la clase y de discutir la forma en que estos sistemas podrán contribuir a reducir la corrupción en el país, el sentimiento general de los alumnos es un tanto pesimista. Al final del día, el veredicto es que el diseño institucional de los sistemas no es el mejor, y que no importa cuántos sistemas nos inventemos, la clase política siempre va a encontrar la forma de darles la vuelta para seguir enriqueciéndose a expensas de sus representados. ¿Por qué mis alumnos tienen este sentimiento? Si es cierto que estos sistemas de rendición de cuentas no están bien diseñados, entonces, ¿cuáles son las alternativas? La discusión con mis alumnos ha sido muy estimulante, y me ha hecho reflexionar de forma más sistemática sobre los sistemas de rendición de cuentas del país. Como los alumnos, yo también tengo una visión pesimista.

En mi opinión, el problema radica en que el diseño de los sistemas de rendición de cuentas del país –SNT, SNA, SNAC, SNF– está basado en supuestos de la economía neoclásica que no necesariamente son verdaderos. Estos sistemas han sido diseñados imaginándose al Estado como un ‘mercado gubernamental’ en el que se realizan transacciones de bienes –los servicios públicos en función de los intereses de la ciudadanía– a través de una oferta y una demanda. En este mercado gubernamental los oferentes son los políticos y los servidores públicos, y los demandantes de los bienes públicos son la ciudadanía. Si este mercado gubernamental fuera perfectamente competitivo –es decir, como se supone que deben funcionar los mercados–, la oferta gubernamental y la demanda ciudadana estarían en equilibrio, con el gobierno satisfaciendo al cien por ciento los intereses de los ciudadanos. Sin embargo, esto no sucede porque existe una falla de mercado, y por lo tanto hay una pérdida de eficiencia en este mercado gubernamental. La falla de mercado es originada porque los políticos no responden a los intereses de los ciudadanos y, en su lugar, se enfocan en satisfacer sus propios intereses aprovechándose de sus puestos públicos. Entonces, el fallo del mercado consiste en una distorsión de la relación agente-principal, donde el agente –el gobierno– se aleja cada vez más de las preferencias de su principal –la sociedad.

¿Cómo hemos tratado de resolver este fallo del mercado gubernamental? La estrategia hasta ahora ha sido a partir de utilizar, también, supuestos de la economía neoclásica. Específicamente a través de suponer la existencia del individuo-racional-maximizador de sus beneficios, y de reducir las asimetrías de información para conseguir mercados perfectamente competitivos. Me explico.

Primero, el diseño de estos sistemas parte de suponer que los políticos son seres perfectamente calculadores y maximizadores de sus propios intereses. Como las posibilidades de ser descubiertos en un acto de corrupción son mínimas, entonces sus cálculos racionales les dicen que ser corruptos es viable porque en realidad no es peligroso. La solución, implantar un sistema anticorrupción que investigará y aplicará castigos ejemplares a los funcionarios corruptos. Este sistema anticorrupción operará como un incentivo negativo. Así, sus cálculos racionales les harán concluir que no vale la pena ser corruptos, que es muy costoso.

Segundo, el diseño de estos sistemas también parte de suponer que los políticos son corruptos porque operan en lo oscurito sin posibilidad de ser descubiertos. La solución, implantar sistemas de transparencia y fiscalización que ayuden a reducir las asimetrías de información entre los políticos y la sociedad. Reducir las asimetrías de información logrará que el mercado gubernamental sea cada vez más competitivo, y que la oferta en este mercado –los políticos representado a los ciudadanos a través del gobierno– se ajuste mejor para satisfacer la demanda –los intereses de la ciudadanía. Se espera que los sistemas de transparencia y de fiscalización ayuden a corregir la distorsión en la relación agente-principal para que el mercado gubernamental sea cada vez más eficiente.

En resumen, establecer incentivos negativos y reducir las asimetrías de información han sido los cimientos en la arquitectura institucional de los sistemas de rendición de cuentas en México. Si los sistemas funcionan, entonces cabe la posibilidad de que los supuestos utilizados hayan sido los correctos y que los mecanismos hayan estado diseñados de forma adecuada.

Sin embargo, si pasa el tiempo y observamos que los niveles de corrupción en el país no se reducen, entonces habrá que cuestionarse alguno de los siguientes dos escenarios. Por un lado, que los supuestos sean válidos pero que los mecanismos contra la corrupción no hayan sido diseñados de forma correcta. En este caso habrá que trabajar en mejorar el diseño institucional de los sistemas de rendición de cuentas en su conjunto. Por otro lado, que los supuestos sobre los que se basó el diseño de los mecanismos de rendición de cuentas no sean los correctos. En este caso habrá que pensar en supuestos alternativos para basar el diseño institucional de los sistemas de rendición de cuentas, supuestos diferentes a los de la economía neoclásica. Y aquí es donde cabe hacer una reflexión final. ¿Cuáles podrían ser esos supuestos alternativos para pesar el combate a la corrupción en México?

*David López García es Director Ejecutivo del Laboratorio de Innovación Democrática (LID). Actualmente radica en la ciudad de Nueva York, donde es estudiante del doctorado en Políticas Públicas Urbanas en The New School University. @davlogar

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